Ya me había encontrado frente a esta situación, unas cuantas noches consecutivas soñaba con tu risa que intimida.
Era tan fácil acercarme y pintar un beso en tu sonrisa, pero no era tan placentero como tocar tus mejillas.
Decidí acercarme sin que vieras y tocar tus labios de algodón, algo tan suave como un rayito de luz que te calienta en la mañana.
Fue el momento en el que te besé cuando me di cuenta de que no te dejaré.
Por un momento estaba vivo, pero en un segundo no sé donde estaba, fue tu voz que dijo: "eso no estaba en tu cartera" la que me despertó y me hizo saber que no era otro sueño. Era tu mirada la que hacía el tiempo más lento.
Me puse sobre mis pies y camine, pero no podía hablar, fue un lapso muy largo en el que no supe como interpretarte, estuve pensando que hubiera pasado si no lo hubiera hecho... le habrá gustado?
Cruce la puerta de mi casa, el camino se hacía cada vez más corto, era porque estaba caminando, pero en realidad yo me sentía sedado, solo podía pensar en lo mucho que me gustas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario