Nuestra sociedad no es la misma que había hace años, las personas no muestran interés por nadie, todos viven en un nido de estrés, y esto repercute en la vida de nosotros, los jóvenes.
Las conductas trascienden y van formando una perspectiva errónea de la vida y de percibir al Dios personal.
La mentalidad que tiene nuestra ciudad es como una manta que cubre todo, tapando así la verdad, que en este caso es la luz, solo hay unos pequeños huecos, que somos nosotros.
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